jueves, 12 de noviembre de 2009

MÚSICA DE GRAN CALIBRE (Luis Gago..... .357)


Mini y Mickey sufrieron un espectacular proceso de animación al reproducir fotográficamente cada una de las fases dinámicas sucesivas creadas por el movimiento de sus tetas. Lupe rebosaba inocencia gracias a su camiseta de motivos infantiles, erotismo a sus formas y lentitud a su manera de hacer:

Braulio Copper se puso Pluto en décimas de segundo y se fue directo al sur de su ombligo.

Calculo que eran las tres de la madrugada cuando Braulio, con una agilidad asombrosa, saltó de la cama y se impuso por la fuerza unos calzoncillos que más tarde descubriría que se los había puesto al revés, abrió y cerró puertas para llegar al baño y empezó a mear. La temperatura de la orina creó un vaho en contacto con el frío que ascendió a los cielos como el humo de un cohíba de gran calibre.

En ese instante, Braulio se acordó de cómo Renton se introducía por la taza del váter en desesperada búsqueda de su preciada dosis y sintió entonces la necesidad de encontrar el primer principio del mundo, el arjé, para hacerle un electro y tomarle el pulso. Le vino a la memoria la figura de Tales de Mileto cuando argumentaba que el agua era el origen y esencia de todas las cosas y Braulio se introdujo entonces por el inodoro:

Sí, quería saber cómo estaba el patio y hasta qué punto estaba jodido.

Braulio descendió buceando entre aguas residuales y montones de basura, silenciosamente y con una caída discreta, para acabar desplazándose en horizontal al ras de las posidonias putrefactas que lo invadían todo. Se estremeció al comprobar que convivían en un paisaje esperpéntico grandes cantidades de alquitrán y aceite con multitud de sumarios archivados por la humedad, jeringuillas, condones y tampones con infinidad de facturas falsas apoltronadas entre las rocas, anémonas anémicas y centollos tetrapléjicos con corruptos uniformados con escafandras de Prada y jugando al póker sobre peces manta sacrificados a modo de tapete, anzuelos oxidados y trozos de vidrio con pseudo dictadores que se hacían pajillas frente a tiburones desdentados.
El agua era de un color turbio y sucio que mantenía en suspensión millones de partículas y células infectadas.

Supo al momento que se movía entre aguas engangrenadas y comprendió entonces que el hombre había convertido en las Siete Virtudes los Siete Pecados Capitales.

La Lujuria representada por el turismo sexual, la Gula por filetes de Flipper con foie de foca salteados con pistachos liofilizados de Ferrán Adrià, la Avaricia por los trajes tendencia y los Audis blindados, la Pereza por los bostezos de los ministros alienantes, la Envidia por el yo tengo más que tu y además prefiero que tú no tengas nada, la soberbia por la hinchazón humana, por el deseo de gloria y la ira por el zumbido de las balas.

No era momento para filosofías baratas pero por un instante se imaginó a Yahvé reencarnado en la figura de Sergio Leone como el auténtico revelador del misterio de la Santísima Trinidad:

Por Un puñado De Dólares, La Muerte Tenía Un Precio y El Bueno, El Feo y El Malo.

Apretó la nariz y expulsó aire por ella para así compensar y mitigar el pitido de oídos. La verdad es que estaba desconcertado y dispuesto a irse cuando se sintió atraído por una ráfaga de luz roja intensa. Pensó inmediatamente en la presencia de un coral en medio de esa cloaca y aleteó descalzo lo más rápido que pudo hasta tocarlo y agarrarlo con la fuerza necesaria para cogerlo y no perderlo.

Al tenerlo consigo, Braulio comprobó atónito que era un EP con la portada del cargador de un revólver con una bala de calibre .357, de color rojo sangre intensa.

Las condiciones de oscuridad, visibilidad nula y la soledad le impidieron la posibilidad de comunicarse con nadie que no fuera él mismo y soltó un “de puta madre” con tono potente y de burbuja por culpa del agua:

Era el último disco de Luis Gago.

Seguro que contiene música que te dispara a la conciencia, pensó, con profunda penetración en ella, de trayectoria plana y largo alcance efectivo. Música de gran calibre, volvió a pensar.

Respiró lentamente y se fue haciendo paradas de seguridad cada cinco minutos hasta llegar a la taza del váter. Salió como pudo y se sentó en ella, empapado y empapando el suelo sin importarle, extrajo el libreto y se dejó llevar por la esperanza del Legado de un padre en Chiapas: Está bien. No jodas la marrana. Llévalo con calma. Averigua quién tira de la manta. Se discreto e informa después. Yo te cubro. No apuntes al bulto. Cuenta hasta diez y quita el seguro. Tú tranquilo. Apunta a la sien. Está bien. Ahora despacio. No apures el paso. Sonríe también en cualquier caso y no hagas una estupidez. Entierra el arma. Vigila tu espalda. Está bien.

Braulio Cooper se sintió aliviado porque sentía que tenía algo importante entre las manos y se fue a cama para leer y escuchar el segundo corte, La canción de cuna del pequeño diablo, junto a Lupe.

Estaba amaneciendo cuando se quedaron dormidos con la sensación de bienestar que proporciona un disco tan coherente y pragmático en medio de tanta mierda.

Una perla en el fondo del mar.