viernes, 9 de octubre de 2009

OT: Operación Tufo (Liberad a Willy... DeVille)


Fiel a sí mismo y para dar de comer a los pollos, Willy DeVille murió en pleno mes de relleno periodístico, sin decidirlo pero provocándolo. Posiblemente se puso enfermo durante el año 1995 cuando empezó a tocar Loup Garou.

Es jodido eso de leer a quien vive de vender papel a cualquier precio y tan sólo por la necesidad de producir, pensó Chema Chozas King mientras ojeaba un artículo de Moncho Drapo sobre su muerte, camino de la toilette.

Al tiempo que leía “Willy ha muerto, tal vez, para encontrar el ángel al que cantaba, aunque al viejo, duro, romántico Willy le mosquearían las frases hechas, los lagrimones, la hipérbole” bajo el título de “Un poeta con demasiado corazón” en claro homenaje trapero, pensaba que habría que zurcirles la mano a quienes escriben sin saber o coserles los dos labios a quienes hablan sin estar al corriente, empezando de derecha a izquierda, clavando la aguja de arriba hacia abajo y sacándola de abajo hacia arriba, repitiendo la acción en el final del punto anterior y sacándola más adelante, siempre a 3 mm, a modo de pespunte. Al revés las puntadas se superponen pero por el derecho se verá como una línea continua de putadas en vez de puntadas, una tras otra.

Los labios bien callados y las manos quietas, volvió a pensar.

A Che Ché King, como le llamaban los nativos del lugar, le venían a la cabeza los recuerdos dolorosos de la última vez que había ido al baño para lo que ustedes ya saben y si se había encerrado en el baño a leer los periódicos del día era por culpa de su estreñimiento continuo y no por puto capricho extravagante, por mera disciplina temporal y por hacer cumplir rigurosamente los imperativos fisiológicos dictados por la naturaleza. La verdad es que le alentaba en extremo el momento de poderse limpiar el culo con los papeles de periódico acumulados durante algunos meses.

Se acordaba de la peseta al leer las crónicas post mortem de Willy DeVille escritas como si fuesen las Crónicas de Narnia y Che Ché King estrujaba el culo como podía para olvidar el evacuol a golpe de soul y feeling, evitando al máximo coincidir con su cara de imbécil reflejada en la mampara de cristal.

Las tripas de Che Ché se quejaban a modo de intro de percusión africana mientras pensaba en la posible inestabilidad de quienes escriben, como Moncho Drapo, sin saber de la misa la mitad. Se los imaginaba viajando en una montaña rusa emocional, dando tumbos e incapaces de conservar los afectos. Buscando un camino insólito para no enfrentarse a sí mismos. Viviendo con una gran dificultad para separar los diferentes ámbitos de sus vidas y teniendo conflictos familiares que acaban trasladándolos a la pareja, el trabajo o los amigos.

Se los imaginaba con un bajo umbral de tolerancia a las frustraciones, con pocos recursos internos y poniendo a prueba a los demás.

Che Ché supo al instante que era un proceso inconsciente y que lo más aconsejable era que buscasen ayuda psicoterapéutica para que pudiesen reforzar su autoestima.

Willy diría algo tan sencillo como políticamente incorrecto: A tomar por culo.

Menos mal que murió sin saber que Pajín se iría de farra con Soraya y que lo que más le gusta de Aznar es que sea demócrata. Nunca mejor dicho: Vaya puta mierda, pensó Che Ché, mientras su vientre se revolvía hasta límites insospechados.

Qué difícil es ser honesto cuando las dos partes son apreciadas, aunque en medida distinta. De ambas me quedo con la tercera: la que me da de comer y además me garantiza la noche en cama, como diría Sabina.

Afuera no parecía hacer frío pero Che Ché lo sintió como si lo hiciese y empezó a tener ganas de empujar, se conectó mentalmente con su cuerpo y procuró no impacientarse.

La presión que sentía en su culo era cada vez más fuerte y empezó a tener la sensación de que se partía en dos. Sintió quemazón y pinchazos justo alrededor del esfínter y el Papito empezó a asomar la cabeza.

Che Ché se concentró exclusivamente en Moncho Drapo y empujó con todas sus fuerzas sin importarle un posible desgarro. Se acordó de Cristina y Samuel destrozando Born to Run de Bruce, de la mona de Antonia Dell’Atte cantando He comprado un hombre en el mercado, de la expresión besuga y ramplona de Belén Esteban, de los Papa Topo en plan Teletubbies Subnormales, del pastelón de Xoel y del zurullo de Coti. Che Ché se espoleó al máximo con la incondicional ayuda de las matronas de la mediocridad hasta que tuvo su primera sensación de alivio.

Se dejó llevar y zarandeó sus nalgas con vértigo hasta que parió lo que tenía que parir: Pitingos de cabra que se aunaron en una gigantesca bosta de vaca hasta desprenderse por fin de su culo, precipitándose al vacío para hacer diana en el agua beige y salpicando entre bambalinas.

Tremenda longaniza se desenganchó por fin para sumergirse en el agua teñida con dos tonos ya próximos al wengué. Che Ché hizo aguas y se limpió el culo con pasta de celulosa después de convertir el agua en chocolate como Jesús convirtió el agua en vino y el pan en peces, sin tirar de la cadena y sin disimular.

En la tapa del inodoro dejó escrito “Es para Drapo”, en color ceniza, a modo de epitafio y en medio de un inconfundible tufo a mierda.

Se fue antes de contar diez en sintonía con Fito: Es la ventaja de irse haciendo viejo. No tengo nada para impresionar ni por fuera ni por dentro.

Che Ché cogió su Paul Reed Smith y se tumbó en el sofá del salón para entonar Heaven Stood Still en compañía de Juan Bateas y dos hamburguesas DoubleChé.


Este texto está dedicado a la gente honesta consigo mismo: Liberad a Willy.
El truño está claro que es para todos los bocas que, como Moncho Drapo, hablan y escriben sin saber de la misa la mitad.
Gracias a OT, a Papito, a Antonia Dell'Atte, a Belén Esteban, a Papa Topo, a Xoel, a Coti y a Pitingo por combatir el extreñimiento de una manera tan eficaz.
Especial thanks to Chema, Juan y Fito... Infinito.
Las Zamburguesas hicieron el resto.